viernes, abril 22, 2011

sábado, octubre 31, 2009

Alteridad

En el barrio lo conocían como “Cuca”, hijo de “la Chiquita” y hermano de “la Batuca”. Vivían ellos tres solos en una pequeña casa al final de un largo pasillo, que según cuentan las malas lenguas, estaba invadida por ratas y cucarachas. Pero a ellos no les importaba, jamás habían conocido el lujo, ni siquiera por la tv (ya que no tenían). Dos perros ovejeros manto-negros, de los que usa la policía, eran sus mascotas.
Tampoco tenían teléfono (tal vez alguien en Entel había extraviado su pedido de línea y con la privatización, la vida de esta familia, y la de tantas otras, pasó a no importarle a nadie), es por eso que cada tanto venían a mi casa a llamar a el ex marido de la Chiquita, que tenía una nueva familia.
En las tardes de verano, los chicos de la cuadra nos juntábamos bajo los pocos arboles que quedaban, y nos poníamos a contar historias sobre ellos. Historias que jurábamos ciertas, pero que un oído maduro jamás podría considerar como tal.
Los grandes también se contaban historias sobre ellos, pero como estaban más versados en el arte de la mentira, la mayoría pasaban por hechos reales.
Los chicos fuimos creciendo y ya no pasábamos tanto tiempo en la calle. Y los grandes tampoco. La inseguridad nos confinaba a nuestros hogares. De a poco todos nos fuimos olvidando de nuestros singulares vecinos.
Pero para ellos el tiempo no pasaba. El menemismo y la venta del país al más conveniente postor, el caso María Soledad y el caso Cabezas, el atentado en la AMIA y el cambio de milenio parecían no afectarlos. Se encontraban por fuera de este tiempo marcado por relojes. Envejecían, sí, pero solo físicamente.
En el dos mil uno estábamos todos muy preocupados por nuestros ahorros, cuando nos enteramos de que la Chiquita había muerto. ¿La causa?, nadie sabe. Simplemente por acumulación de años en su espalda encorvada. El Cuca y la Batuca quedaron a la deriva. Solos en este mundo hostil para gente como ellos.
Al poco tiempo supimos que la Batuca había conseguido trabajo en la fábrica de jugos Cepita. La vimos cada vez menos, tal vez hacía horas extras. Pero el Cuca pasaba casi todo el tiempo en la calle. El quiosquero era la principal victima de sus limosneos: tres cigarrillos por día. Su caminar era cada vez mas pesado, como si le costara levantar los pies del piso, y una vez que lo lograba, los hacía caer con tal fuerza que chocaban contra las baldosas haciendo demasiado eco.
Llevaba su boca siempre abierta, con la lengua hinchada y casi colgando (mi papá suponía que estaban probando nuevos medicamentos en él). Y con el transcurso del tiempo, las palabras que de ella fluían al exterior, resultaban cada vez más confusas.
Sus ojos se fijaban solamente en el cielo, como si con ellos pudiera penetrar las nubes y la atmosfera. Como si hubiese descubierto alguna verdad allí que no le permitía salir de su asombro, ni dejar de contemplarla. Tal vez estábamos todos demasiados ocupados en los problemas mundanos, que al fin de cuentas resultan triviales.
En los años que siguieron, se sucedieron alternadas internaciones del Cuca y la Batuca en diferentes nosocomios. Pero siempre salían y volvían al barrio en peor estado. Mas desentendidos de la realidad y con mas marcas en sus pieles.
Ya casi ni salían de su casa. El mecánico de la cuadra se encargo de llevarles provisiones y de administrar sus cuentas. Solo a través de él es que sabíamos como vivían. También nos enteramos de que su padre había muerto: habían quedado huérfanos.
Luis, el mecánico, le contó a mi mamá que el Cuca salía todas las noches, alrededor de las tres de la mañana, se paraba en la mitad de la calle, y extendía sus brazos al cielo, agitándolos con frenéticos movimientos. Después de un par de noches de hacerlo entrar, decidió cambiarles la cerradura de la casa, para poder controlar que no salieran. Pero esto no constituía un impedimento para el Cuca, ya que debido a los medicamentos que recibía, acumulaba tal fuerza en su cuerpo que podía romper casi cualquier cosa con sus manos. Siete cerraduras cedieron entre sus dedos.
Yo, que desde chica sufro insomnio, sabía que a las tres de la mañana, mientras todos duermen, pasan cosas raras y la percepción parece agudizarse. Por eso cuando mi madre me contó lo que hacía el Cuca a esa hora, supe que tenía que verlo.
Elegí un miércoles para quedarme al lado de mi ventana esperando su actuación. Exactamente a las dos y cincuenta y nueve minutos lo vi salir de su casa. Llevaba un pijama y se encontraba descalzo, como si hubiese salido corriendo de su cama, sin importarle los tres grados bajo cero que hacían, según TN Noticias.
Parecía estar en trance. Se movía lentamente y sus ojos miraban como siempre al cielo, pero esta vez parecía buscar allí algo en particular.
Cuando llegó a la exacta mitad de la calle, levantó bruscamente sus brazos hacía ese cielo repleto de estrellas y vacío de nubes. Su cuerpo se encontraba completamente recto, sus piernas pegadas una a la otra, sus manos completamente estiradas, con las puntas de los dedos apuntando hacía arriba, y su cabeza mirando al negro firmamento que se extendía sobre él.
Se quedó así, inmóvil, por unos minutos, hasta que con sus dedos comenzó a trazar círculos imaginarios, cada vez mas amplios. Sus brazos empezaron a moverse para poder extender el radio de las circunferencias. Sus piernas temblaban y sus ojos se sacudían en todas las direcciones. Todos sus músculos parecían moverse, guiados por una música imperceptible para mis oídos.
Diez minutos duró esta danza. Sus brazos descendieron precipitadamente, sus piernas y su espalda se aflojaron y cayó al piso con los ojos cerrados.
Esperé unos instantes para ver si se levantaba: no pasó nada. Se quedo allí.
Llamé a mis padres, que a la vez llamaron a los vecinos de al lado, que a la vez llamaron a otros vecinos y todos salimos de nuestras casas a ver que le pasaba al Cuca y por que no se levantaba del frío asfalto.
Según un vecino médico, había muerto. Jamás se supo de que. Su corazón funcionaba bien y no tenía ninguna enfermedad. Pero yo había sido testigo de su ida de este mundo y podría jurar que él no murió, solamente no está mas entre nosotros y entre nuestros frívolos problemas.

sábado, junio 27, 2009

Ficción: la antesala de la iluminación

(Ensayo final de la materia Taller de Expresión I de la carrera Ciencias de la Comunicación, U.B.A)

En el ardid de la creación, nuestra imaginación se encauza hacia diferentes rumbos, siendo pocas las veces en que podemos determinarlos. ¿Qué es entonces, si no somos nosotros mismos en un acto plenamente consciente, lo que determina el vuelo de nuestra mente a la hora de crear ficción?. Entre un sinfín de temas para escribir, ¿qué es lo que nos mueve a elegir uno?.
Nos entrenamos en el arte de crear ficción desde que somos infantes, pero conjuntamente aumentamos nuestro acervo de relatos, tramas de películas, historias que nos cuentan los mayores. Vivimos rodeados de ficción, ya sea cuando miramos la televisión, cuando escuchamos letras de canciones, o simplemente cuando nos describimos a nosotros. Si, estamos constituidos por ficciones, pequeñas, pero ficciones al fin. Como dice Bruner: “creamos nuestros relatos que definen el yo para hacer frente a situaciones en las que seguiremos viviendo”, es decir que nuestra vida esta ordenada por relatos sobre uno mismo, sobre nuestra familia y sobre nuestra comunidad, que van otorgando cohesión y sentido a nuestra identidad. Muchas veces al pasar el tiempo, nos damos cuenta de que parte de esos relatos contenían elementos ficcionales. Por ejemplo, uno en el colegio es enseñado que San Martin en un acto cargado de valentía, cruzó los Andes en un caballo blanco, y al pasar los años nos vamos enterando de que la realidad no fue tan así: cruzó los Andes, si, pero en lugar de caballo blanco hubo en la primera mitad un burro y en la segunda una camilla. Y esto sucede en todas las esferas de la vida. La ficción se mete por todas las hendiduras de la existencia, hasta en la misma cotidianeidad. Cuando contamos chismes muchos de ellos son totalmente o en parte inventados, o cuando decimos mentiras o excusas, la ficción esta siempre presente, dando vueltas por todos lados, haciendo ruido, como un mosquito en la oscuridad zumbando en nuestros oídos.
Como dice el autor de El Concepto de Ficción, la verdad no es necesariamente lo contrario de la ficción.
Según Bajtin el discurso de una persona se erige en base a un dialogo con otros discursos, es decir, que todas esas tramas y relatos que hemos leído, visto o escuchado en nuestras vidas (junto con las relaciones intersubjetivas que mantenemos, claro), ejercen una influencia en la conformación de nuestra identidad. Se podría pensar entonces que la ficción es un bloque (o varios) de nuestra persona, y que nuestro hacer, decir y escribir están íntegramente relacionados con nuestro “acervo ficcional”.
Tal vez ese acervo, además, nos oriente la mirada, de la que habla Gloria Pampillo, hacia determinados lugares situaciones y personajes. Funcionaria como una guía.
Cortázar escribe que los temas de la mayoría de sus cuentos no fueron elegidos por un acto consciente, sino que le fueron como impuestos por una fuerza ajena, convirtiéndose él en un médium. El caso de este escritor podría ser el extremo de lo que trato de exponer aquí, ya que él ni siquiera determina su mirada hacia algún lugar, sino que el tema del cuento viene por sí mismo. Pero es sabido que otros escritores, como Borges, buscan las raíces de sus cuentos en historias verídicas (en Turdera en este caso), eligiendo de toda la realidad que los circunda un tema particular, aquello que atrapó su atención. Que resonó, como particular diapasón, con notas inscriptas en el pentagrama de su historia. Un ejemplo de esto podría ser cuando un hombre llamado Cabrera le pide a Pampillo que escriba sobre un tren cuyos vagones representan cada uno a un pecado capital, resultándole a la escritora un historia que no le despertaba el entusiasmo necesario para escribirlo, pero si le parecía interesante escribir sobre la relación de Cabrera con su silla a la cual acariciaba de una manera particular (casi erótica).
Esta autora dice también que los temas resultan significativos para una persona porque han vuelto una y otra vez a la memoria. Con respecto a esto, Bajtin expone que los discursos son enunciados de manera abierta al tiempo, esperando una respuesta en el futuro, una resurrección. ¿Se podría afirmar entonces que esos discursos que hemos recibido quedan boyando por nuestro inconsciente hasta que son retomados y en este caso escritos (ya sea en forma de cuento o novela) con ciertos elementos ficcionales?. Si es así, podríamos inferir que la ficción sirve para ordenar nuestro inconsciente y para conocerlo. Entonces las “fuerzas ajenas” que mueven a Cortázar a escribir un cuento son su propio inconsciente que retuvo ciertos hechos y necesitó escribirlos para iluminarlos con las luces de la vigilia, con todo lo que la conciencia trae aparejado.
Sería interesante preguntarnos acerca de aquellos autores que dicen que comienzan a escribir sin un rumbo fijo, o que los protagonistas de sus cuentos terminan haciendo cosas que ellos no pretendían que hicieran, ¿que sería lo que en este caso lleva a la escritura a cierto camino?, ¿podríamos relacionar esto con la técnica psicoanalítica de asociación libre?. Jack Kerouac escribía mediante dicha técnica, a la que él llamaba “prosa espontanea”, pero en este autor la escritura “inconsciente” era intencionada.
La ficción nos ayudaría entonces a conocernos y a conocer el mundo que nos rodea y en el cual estamos sumergidos. Sería la antesala de la iluminación. Encierra en sí un extraordinario poder, que como tal puede ser usado para cambiar el mundo (y uno mismo) o para perpetuarlo.

lunes, mayo 04, 2009

oh! darling

Se lo había propuesto, y si bien casi nunca cumplía con las metas que se imponía, esta la tenía que cumplir. No se trataba solamente de ella. Podríamos decir que era una cuestión de género. Se había cansado de tener que leer quejas de chicas que escribían a las revistas sobre el mismo tópico una y otra vez, y de tener que escuchar a sus amigas contar casi las mismas historias. Ella también lo había vivido, claro, porque aunque no era como la mayoría de las mujeres, en estos asuntos no se salvaba de tener que sufrir las penurias por las que pasaban las demás. Muchas se consolaban diciendo “el amor duele”, pero ella no veía porque tenía que ser así.
Lola sabía como comportarse para agradar (y mas que eso) a los hombres, sabía moverse y sonreír, era conocedora de los gustos del sexo opuesto y tenía el poder de saber los intereses de un muchacho con tan solo mirarlo. Sus respuestas siempre eran ingeniosas, sus besos siempre húmedos y su pelo olía a goma de mascar de tutifruti.
Unos pocos meses atrás había terminado su relación con el único hombre al que dejó realmente entrar a su vida, y como todas las historias de sus amigas y conocidas, terminó por culpa de las necesidades de él de flirtear. Lola se había entregado totalmente, le había contado sus secretos más ocultos, le mostró las partes más oscuras de su alma (su esencia). Y aunque en sus planes jamás había entrado la idea de casarse y tener hijos, por él lo hubiera hecho.
Ya tenía decidido quien sería su primera victima. Lola conocía la debilidad de Juan Pedro hacia ella y también conocía a muchas chicas a quienes él había lastimado. Se juró no dejarse influenciar por la pena y esos sentimientos demasiados humanos que nos doblegan a la hora de impartir justicia (pero una justicia verdadera, no la que se decide con jueces y abogados mediante).
Se las arregló para encontrárselo casi a diario, haciéndole creer que el destino los estaba intentando unir. No había pasado más de una semana cuando él la invito a cenar. La pasó a buscar por su casa y fueron al restaurant preferido de ella (mera casualidad). La cena estuvo bien, pero a Lola la aburría. Era contador, trabajaba de lunes a viernes en una oficina en plena city porteña y los fines de semana iba a su casa en un country en Pilar. Todo demasiado previsible, demasiado estándar, demasiado gris. Solo hablaba de los clientes y del campeonato de futbol inter-country. Nada de cine, ni de música, ni de filosofía. Lola no entendía como tantas mujeres lo habían deseado.
La llevó de regreso a su casa y al despedirse ella lo besó. Suspiró como si estuviera enamorada y lo miró intensamente. Sabía que había caído, que la estaba mirando entrar, pero no se dio vuelta a comprobar.
Al día siguiente la llamó y le comentó lo bien que había pasado la velada anterior y que le gustaría repetirla pero ahora en casa de él. Lola accedió a la invitación.
Su departamento en la ciudad estaba decorado como lo estaban todos los de los solteros que ella había visitado. Podía recorrerlo con los ojos cerrados sabiendo donde esquivar una mesita o un sillón. Podía saber que había en la heladera sin abrirla.
Comieron pastas y mantuvieron la misma y aburrida charla que el día anterior. Lola fingía. Tuvieron sexo. Lola continuaba fingiendo. No se quedó a dormir. Nunca lo hacía.
Continuaron viéndose durante unas semanas. Cada salida parecía salida de una matriz. Eran todas idénticas. Incluso el sexo.
Una tarde mientras Lola estaba en el trabajo, recibió un mensaje de él que decía: “tengo que decirte algo importante. No puedo esperar”. Sabía que le diría eso. Había llegado el día en que todas esas insulsas salidas cobrarían significado. La citó cerca de su oficina.
Cuando entró al café lo vio que estaba hablando solo, las manos le temblaban y su cara lucía un tono más pálido que el de costumbre. La armadura de Lola se desvaneció, pese a sus intentos de mantenerla intacta, de hierro. Recordó todas las veces en que ella fue la victima. La poca misericordia con que sus sentimientos habían sido tirados por el fango y la frase que se repetía una y otra vez “vos sos una chica para estar de novio y yo ahora quiero joder”. ¡Cómo si ella no quisiera lo mismo!. Todas las veces que la redujeron a un alma sencilla, a un espíritu chato y previsible. ¿Sería capaz de hacerle lo mismo a este pobre pelmazo?. Después de todo eso era lo que era, y no fingía como los demás que la habían conquistado. No podía estar con él, pero tampoco podía lastimarlo. El ya era su propia victima.

viernes, abril 03, 2009

blue, man city blue


¿Cómo retratarte?. Diría que es casi imposible abarcar toda tu angustia, tu locura, tu desamor. Debo hacerlo, de todas maneras, porque aunque la mayoría te recorra, nadie capta la exquisitez de tus detalles, de tus curvas, de tus contrastes. Es como la gente que fuma por vicio, que pierden lo que es el amor por fumar, por saborear cada hebra de tabaco. Tal vez sea eso, lo que hace que no se detengan a mirarte, a contemplar tus constantes cambios: la costumbre. Yo que solo te cruzo de vez en cuando, siento celos de aquellos que te poseen día a día. Pero no tiene porque ser así. Tenemos una relación mas sincera, sabemos de la necesidad de la distancia. Nos encontramos cuando realmente queremos encontrarnos. Y no es que crea en el destino, pero –permitime usar estas palabras inglesas- we are meant to be. Nos reflejamos la una en la otra. Casi siempre nos encontramos en el mismo estado de humor, y en los casos en que no, logras cambiar el mío. Se que en unos años serás toda mía y seguramente deje de prestarte atención, pero ahora me haces bien.

lunes, marzo 30, 2009

interzone

Casi siempre estoy no disponible, pero a veces… a veces me agarran ataques de ausentismo, porque aunque estás mas presente que cuando es no disponible (escuchas los “plin” de los demás), creas más misterio. Estás pero no. No disponible es que estás pero que te haces el importante. Es un estado muy de vedette trucha, o de rockstar sin rock. Pero no escuchas nada, y eso es lo que me gusta.
El ausente te permite no contestar, porque podes argüir que no estabas, que realmente sos importante y tenés una vida (sí, claro). Si no estás disponible la gente igualmente cree tener el derecho a hablarte y a esperar respuesta, como si les pertenecieras, como si tuvieras un pasivo con ellos que saldas con tus medidas palabras. El no disponible pone en evidencia el grado de egocentrismo de las personas: yo soy muy importante como para rebajarme a leer las estupideces de mis contactos/ yo soy muy importante como para que no me prestes atención. En cambio el ausente es como ese chico que enamora porque parece ocultar algo (aunque después te enteres de que ese algo no existía, que el pibito es un retardado social). El ausente es estar ensimismado, es estar con uno y nadie mas (aunque aceptaríamos que algunas, pocas, personas iniciaran contacto con uno), es como estar en la playa escuchando el cd que mas te emociona, como comer muchos caramelos previamente separados por color, como escribir esto que estoy escribiendo. Pero siempre hay un “plin”, una causa que te desvía, que te distrae (nobody ever mentions the weather can break or make your day). Un factor x no esperado, no calculado, pero que sabías que podía pasar. Por que claro, vos siempre tenés la culpa, ¿qué te pensabas que eras perfecta?. ¡Qué ingenua!.

martes, febrero 17, 2009


-mickey mouse time-

martes, enero 20, 2009


todo lo que quedaba se desvaneció
-anxiously-

sábado, diciembre 27, 2008

Love will tear us apart

I tried to get to you
you treat me like this
(Ian Curtis)


Fui apuñalada.
Me encontraba cocinando luego de un largo día en la oficina. Melina vendría a las doce y tendríamos una “noche de chicas”, como nos gustaba llamar a esas noches en que mirábamos películas románticas, comíamos golosinas y hablábamos de hombres.
Preparaba pasta, ya que como era viernes podía darme el lujo de cocinar. La rutina solo me permitía comida descongelada o delivery. Además, los capelettis con salsa a los cuatro quesos eran mi comida preferida.
Mientras cortaba cubos de queso, mentalmente hacía una lista de todas las cosas que le tenía que contar a Melina. Él encabezaba el inventario. Nos había presentado una amiga en común y nos sentimos atraídos desde que nuestras vistas se cruzaron por primera vez. Él no me lo dijo, pero yo lo podía intuir. Nunca había conocido a una persona tan misteriosa.
Amaba bailar música electrónica. Supongo que esa era su manera de liberar las tensiones que había acumulado sobre su espalda durante la semana. ¡Se veía tan sexy cuando su cuerpo se dejaba guiar por las bases del drum ’n’ bass!.
Otra de sus pasiones era hablar sobre marxismo. Él solía decir que podía olvidarse de todo mientras mantenía discusiones sobre materialismo histórico. Era la persona más especial que había conocido en toda mi existencia. Naturalmente estaba fascinada por él.
En varias ocasiones y en varias fiestas, nuestros nerviosos labios se habían encontrado. Así también nuestras complicadas mentes. Pasábamos noches enteras chateando. Hablábamos de nuestras vidas, y en particular sobre nuestros problemas psicológicos. Se expresaba de una manera muy cerrada. Me encantaba intentar descifrarlo. Pero sabía que podía enamorarme de él, y eso me aterraba.
Melina me decía que dejara fluir las cosas, que nada estaba predicho y que mi situación pasada no determinaba nada. Hacía poco que había terminado mi primer noviazgo real, es decir, de más de un mes y con presentación de padres. Estaba frustrada con respecto al amor. O mejor dicho, escéptica.
Pero era viernes y no iba a ahogarme en mis absurdos y no conducentes pensamientos.
Puse New Order en el equipo de música y mientras esperaba el hervor del agua, cerré los ojos y deje que mi cuerpo se liberara con la música de los ex Joy Division. Pensé en el pobre de Ian Curtis, que cuando conoció al amor su mente no lo dejó disfrutar. Y en su trágico final, con sus pies meciéndose en el aire, mientras perdía veintiún gramos.
Prendí el primer porro. Necesitaba de medidas drásticas si quería darles asueto a mis pensamientos. Ninguna tormenta mental iba a arruinar esa noche. Ni el fin de semana.
Me puse el vestido negro con lunares blancos que había comprado en el Ejército de Salvación. Maquille mi rostro como lo hacía cuando salía (ojos delineados arriba del parpado, mejillas rosas y labios rojos). No había motivos por los cuales arreglarme tanto, pero mientras lo hacía se sentía bien.
El agua ebulleció y metí los capelettis. Puse a calentar la salsa y fui al living a seguir bailando y fumando.
Sonó el timbre. Miré el reloj y eran recién las diez. Melina jamás llegaba temprano y tampoco a horario. Contesté el portero y una voz me dijo desde el otro lado: “hola nena, necesito hablar con vos”. Era él. Por mi espalda corrió un escalofrío. Yo nunca le abría las puertas a nadie, pero era él, el de los labios conflictivos e ideas confusas. Agradecí haber fumado.
Lo hice entrar. Tardó años en llegar a mi departamento.
Nos saludamos con un abrazo fuerte, de los que cuesta despegarse. Estaba muy lindo, pero en algo había cambiado, aunque no podía deducir en qué. Nos sentamos en el sillón y me preguntó que estaba haciendo, lo cual era una pregunta bastante sencilla para haber sido producto de su mente. Tal vez él también había estado fumando. Le conté que estaba cocinando (lo invité a cenar) y que a las doce vendría Melina. Sus cejas se fruncieron y consternadamente miró al piso.
La habitación quedó en silencio. Sus ojos empezaron a recorrer mi cuerpo de una forma extraña, pero sensual a la vez. Tomándome en sus brazos, me besó. Me sentía bien, aunque un poco insegura ante su determinación. Nunca había actuado tan impulsivamente.
Estaba pasando. El pasado iba quedando mas lejos y el ahora, aunque impredecible, se tornaba excitante. Solo sentía y me dejaba llevar. ¿Pero llevar a dónde?.
Mi mano se deslizó dentro de su remera. Creyendo percibir algo extraño, la retiré vertiginosamente. Invadida por la curiosidad, volví a escurrir mis dedos entre su ropa, topándome con una estridente frialdad.
Me miró y sonrió perversamente.
Comenzó a acariciar mi rostro, mientras el cantante de New Order coreaba “love will tear us apart”. Me besó y sentí como la frialdad que había sentido antes en él, iba atravesando lentamente primero mi ropa y luego mi piel. Y otra vez. Y otra vez.
No podía gritar. Ni siquiera sé si realmente quería hacerlo. Eran todas mis relaciones amorosas repitiéndose, siendo plasmadas en ese instante. Ese instante que bien las representó a todas. Siempre creí que el amor me iba a salvar, que era lo esencial en esta vida terrenal. Lo que me había guiado en toda mi vida, esa constante búsqueda me resultaba tan estúpida ahora. Mi vida entera me resultaba estúpida. Veinte años dedicados casi exclusivamente al amor. ¡Que ingenua!.
Me arrastró hasta la cocina y me sirvió un plato de comida. Se sirvió para él también y sentado a mi lado, se dispuso a comer. De a ratos me besaba con una pasión que jamás había conocido. La sangre no paraba de salir.
Terminó de cenar, se levantó, me besó por última vez y se fue.
Ya hacen varios minutos desde que mi cuerpo dejó de responder a mi voluntad. No puedo moverme. Intento adivinar que hora es: tengo que aguantar hasta las doce.
Siento como las últimas gotas de sangre se escapan de mi cuerpo.
Lo había dejado entrar. Me había dejado llevar. Había silenciado mis pensamientos. Creía que todo se aclaraba a mis ojos, pero ahora veo que todo cae: ¿tengo que aguantar hasta las doce?.

domingo, diciembre 21, 2008

personas de verano

A dice:
falta poco para tu cumple
A dice:
te da alegra o te da igual
L dice:
me da alegria por el lado de que es como cerrar una etapa
L dice:
y comenzar con la -------atucomplacienteysuficiente
L dice:
pero por otro lado me jode ingresar en los 20 y tantos
A dice:
y si
A dice:
te llamo ese dia y te tiro las orejas a distancia
A dice:
yo espero para es entonces haber hecho algun progreso , cambio, o algo
A dice:
si no es la personalidad, al menos que este mas bronceada jajajaja
A dice:
voy a aumentar las actitudes de persona de verano
L dice:
jajajajajajajajajajaja
L dice:
claro
L dice:
es que esa es la idea
L dice:
porque la persona de verano no piensa, y es superficial, por lo tanto un poco autosuficiente
A dice:
tampoco tanto, necesita del espejo
A dice:
y de la aprobacion del resto de la gente
A dice:
muchas personas de verano son personas de invierno encubiertas
A dice:
o viceversa
L dice:
si , eso seguro
L dice:
eee que bien, captaste la idea de persona de verano a la perfeccion aunque apenas te la expliqe
L dice:
creo que el ejemplo qe te di fue contundente
L dice:
jajaja
A dice:
no seas tan mala con T
A dice:
aunque tenga mail de persona de verano
A dice:
estudia carrera de persona de invierno/otoño
L dice:
va a tea
L dice:
y creo que ----- es la unica materia qe estaba haciendo de nuestra carrera
A dice:
ah, tanto no se de la vida
L dice:
yo porqe soy chusma
L dice:
jajaja
A dice:
jajajaa y de donde sacaste eso?
A dice:
ya se, fue G
L dice:
me lo conto S, que viajaba con ellas y escuchaba siempre lo que hablaban
L dice:
se quejaban de que los hombres las quieren solo para tener sexo
A dice:
nada nuevo bajo las nubes
A dice:
tarde o temprano siempre nos pasa
A dice:
mas temprano que tarde
L dice:
ojala me quisieran solo para sexo, al menos un rato
A dice:
OJALA
L dice:
siempre es "vos no sos una chica para boludear y yo ahora quiero joder"
L dice:
grrr
A dice:
"pero yo tambien quiero joder. jodamos juntos"
A dice:
jajajajajajaaja
L dice:
exacto
L dice:
ajajajaja